miércoles, 5 de junio de 2013

Foro presidencial “El Estado que queremos”

Candidatos dan propuestas educacionales divergentes

Los candidatos presidenciales no dudaron en debatir sobre sus desacuerdos en materia de educación. La principal diferencia se presenta en la gratuidad universal de la educación y si esta debiese ser garantizada como derecho universal o sólo para personas incapaces de pagar por ella.

Tania Elizabeth Díaz González

La educación ha sido la gran protagonista de los movimientos ciudadanos. Por eso, los candidatos presidenciales deben dar respuestas si quieren ganar votos en las próximas elecciones. La principal diferencia de sus planes de trabajo está definida por si debería  o no ser gratis la educación para alguien que puede pagarla.

En el foro “El Estado que queremos”, organizado por la Universidad de Chile, no dudaron en manifestar sus desacuerdos en educación. Marco Enríquez-Ominami, Tomás Jocelyn-Holt, Alfredo Sfeir y Andrés Velasco; aunque se definen opositores al actual Gobierno, no están de acuerdo en cómo enfrentar la crisis que atraviesa la enseñanza.

Sfeir, del Partido Ecologista, afirmó estar de acuerdo con una educación gratuita y de alta calidad. Pero enfatizó en la necesidad de cambiar el enfoque a uno más integral y sustentable. “Debe ser un momento de transformación, no solo para saber, sino también para el ser. Hoy hay estudiantes que saben, pero no entienden dónde tienen que estar. Me preocupa que se le obligue a nuestros niños a ir al kindergarten, sin definir el contenido del kindergarten”, comentó.

Jocelyn-Holt criticó duramente la propuesta de Ominami: “Yo no le voy a financiar la educación a una niñita que llega en un BMW a la facultad de derecho. No es suficiente que la familia de esa niñita pague impuestos”. Agregó: “Hay problemas que la propuesta de Marco no resuelve. Por ejemplo lo de la deserción escolar, que hoy es superior al 40%. Tampoco asume que necesitamos una reforma de capital en el modelo público universitario”. Holt propuso dar un arancel diferenciado, como los que se hacen con el agua o la electricidad, para todo quienes estén en el sistema y no sólo para las personas que tienen beneficios, increpando a Velasco.

Velasco recordó que, aunque cuando fue ministro se aumentó el gasto público en educación de cinco a once mil millones, los recursos siempre van a ser escasos. Reiteró estar en contra de educación gratis para todos: “Creo en la gratuidad para todo joven que viene de una familia que no pueda pagar. No me parece que una reforma tributaria sea suficiente para que el Estado deba pagarle la universidad. Porque los ricos no sólo deben pagar sus impuestos, también deben pagar su educación”. Finalizó declarando que el deseo de gratuidad respondía a deseo de un sistema universitario más integrado y menos segregado, pero que la gratuidad no era sinónimo de integración.

Ominami defendió su ideal de gratuidad universal: “Para mí el hijo de rico no es rico, porque el rico es el papá y debe pagar más impuestos. La gratuidad no tiene que ver sólo con un acceso económico. Es un derecho que debe ser garantizado”. Aunque hizo excepciones. “No es para todos. Va a ser para las universidades estatales, laicas y republicanas. No estoy pensado en la Universidad Católica”, concluyó.

De los cuatro, tanto Velasco como Holt están en contra de una educación gratis para todos, mientras Sfeir y Ominami la defienden con energía.

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