domingo, 28 de abril de 2013


Directora de la Fundación Iguales:
Pilar Muñoz: “Creo en la bondad del hombre”
Tiene 61 años y es lesbiana, aunque estuvo casada y tuvo hijos. Hace ya 15 años que convive con otra mujer. Estudió pedagogía general básica y asumió como nueva directora de la organización este abril, donde espera contagiar su visión de la equidad en los derechos de las personas.
Tania E. Díaz G.

Pilar Muñoz en su oficina en la Universidad Diego Portales
Pilar trabaja desde 1990 en la Universidad Diego Portales. Fue directora de la carrera de educación básica, pero ahora se desempeña como secretaria de estudios en la facultad de pedagogía. “Quería acompañar los procesos de formación de profesores y estar más cerca de aquellos jóvenes que estudian pedagogía”, comenta.
Descubrió su pasión “hace mil años”, según ella, mientras estaba en una clase de biología. “La profesora tuvo que salir y me pidió que continuara la clase. Ahí supe que eso era lo que quería hacer el resto de mi vida”, explica Pilar.
Desde su juventud ha participado activamente en temas sociales. Fue miembro del Frente Patriótico de Mujeres en la época de Allende. Luego del Golpe Militar de 1973, estuvo detenida en Villa Grimaldi, en la Cárcel de Mujeres y posteriormente en el exilio. Se refugió en Argentina, Brasil, Italia, Francia y Argelia.
Volvió a Chile a principios de los ochenta. Tuvo dos hijos: una se desempeña actualmente como profesora de enseñanza básica (28) y el menor como chef (27).
Se ha especializado en derechos humanos. Es parte de la Red Interamericana de Profesores y Académicos de Derechos Humanos y también de la Red Nacional de Profesores de Derechos Humanos.
Ha dictado cursos y seminarios relacionados con educación sexual, el rol de la mujer y derechos humanos, donde aborda la diversidad sexual, la integración de Latinoamérica y la discapacidad. Convencida de que puede lograr una sociedad mejor, aceptó el desafío de dirigir la Fundación Iguales en 2013

¿Cómo llegó a la Fundación?
Apenas se abrió la Fundación Iguales decidí participar. Quería estar en una institución que buscara tener una sociedad respetuosa del otro, que buscara el tema de igualdad en derechos. Ahora la Fundación tiene de eslogan “creer en una sociedad justa”. Lo que se busca no es ser igual a todo el mundo, es que todos tengan derecho a realizarse como personas, sin diferencias en ningún sentido. Mandé un mail y me inscribí en la comisión de mujeres, pero casi todas las que nos reunimos teníamos que ver con educación. Entonces pasamos a ser una comisión de educación, que era lo que sabíamos.

¿Fue sorpresa su inclusión en el directorio?
Me invitaron el año pasado a ser parte del directorio. Ahí dilaté mucho las cosas, porque yo era directora de carrera y estaba metida en medio del proceso de reacreditación. Entonces les dije: “Yo ahora no puedo ni siquiera pensarlo, porque estoy con la cabeza en otra parte”. Pensé que con el “ahora no”, iban a buscar a otra persona. Pero este año me reiteraron la invitación. Conversé con mucha gente de la fundación, porque quería sentir que me respaldaban y que representaba a todas las comisiones. Me dieron su apoyo porque tenía mucha experiencia. Creo que es histórico, valioso y significativo que en el Directorio esté alguien que haya salido desde la fundación, para la fundación. Un voluntario.
¿Cómo recuerda su juventud? ¿Cree que los jóvenes están perdidos?
En mi juventud me tocó la generación hippie. Quizás soy bastante hippie, soy toda paz y amor. Siempre me voy a acordar de Daniel, dirigente en la “Primavera del 68” y la gran crítica de los estudiantes de la época: “No quiero ser un tornillo más en esta gran fábrica, en la que a mí  me dan dos vueltas y ahí funcione y camine”. Es muy fácil para los que hoy se creen grandes criticar a los jóvenes. Pero, generacionalmente, la historia se repite. Los jóvenes son los que tienen que creer que se pueden hacer cambios y luchar por ellos. Por eso no pierdo la esperanza de una sociedad donde uno tiene el derecho a amar a otro y no debe estar escondido en un clóset.

¿Por qué una persona debería salir del clóset?
El único clóset que todos encontramos maravilloso es el clóset de Narnia. El otro clóset es claustrofóbico, tiene que ver con lo malo de la humanidad. El closet es una celda, tiene que ver con los lugares de cárcel, de tortura, de ojos vendados, de capuchas. Un lugar donde nadie te vea, oscuro… ¿Los vamos a hacer vivir así sólo porque aman a alguien de su mismo sexo? ¿Si eres como yo te acepto y si no, no te quiero? Esta sociedad tiene que entender que debe respetar a todos en sus individualidades y permitirte crecer en el amor, el respeto en la dignidad de las personas. No hay cosa más preciosa que dos personas queriéndose. Homo o heterosexuales.

¿Es prioridad incluir a los homosexuales?
Cuando hablamos de sociedad inclusiva tiene que ver más allá de la orientación sexual. ¿Cómo puede ser que haya gente que tenga que bajarse en otras estaciones de Metro porque no hay ascensores? Una vez, estando en la novena región, le pregunto a una profesora: “¿Cómo se llama usted colega?” Ella me dice su nombre y el apellido no lo escuché porque lo susurró.  Le pedí que lo repitiera y vuelve a decirlo muy bajito. Le digo: “No. En esta clase, conmigo, tú no puedes decir ese apellido despacio. Es el orgullo de nuestro país, tú llevas un apellido mapuche. Ustedes son los dueños de esta tierra, tenemos que estar orgullosos de eso”. Ella me mira, con los ojos llenos de lágrimas, y me dice: “es la primera persona, en toda mi vida, que me dice eso”. Todo lo que suma es mejor ¿Por qué seguir siendo una sociedad de hombres grises?

¿Sus hijos no la han juzgado? ¿La entienden y apoyan?
Mis hijos son grandes, ya entienden perfectamente. Y comparten conmigo el tema social. Entonces están felices de que yo pueda participar. Absolutamente. Yo con mis hijos voy a todas las marchas de la diversidad. Juntos buscamos el cuidado de las personas, el respeto a las individualidades, de creer en una sociedad más inclusiva y diversa. No corresponde que te pregunte por tu orientación sexual. Ni por tu religión. O por tu orientación política. Vale más que te conozca por lo que eres. Basta de simplistas que quieren ponerles etiquetas inútiles a todos.

¿Cree tener un alma de líder?
Sí, siempre he sido líder. Fui presidenta del centro de estudiantes. Cada etapa de mi vida ha tenido un cierto compromiso desde el liderazgo. No recuerdo algún proceso en mi vida donde no haya tenido una participación activa en la búsqueda de lo que yo sigo creyendo y construyendo.

Y el Régimen Militar ¿Cómo se vive?
Se vive detenida… (Pausa larga). Soy parte del archivo oral de la Villa Grimaldi. Se vive soportando la situación. Estuve en la cárcel de mujeres. Estuve en el exilio. Pero también se vive creyendo en la utopía. Y tengo derecho a seguir creyendo en la utopía. Y espero que me entierren con eso. No quiero dejar de creer en la bondad del hombre. No puedo.

¿Siempre positiva?
El otro día me caí frente al cantón de reclutamiento militar. Reboté en la vereda de acá cerca de la universidad. Pero yo me paro, ahí los dos policías mirándome y les digo: ¿Creen que a los 40 años del golpe me voy a caer frente a ustedes? ¡Me paro y sigo caminando! Quizás ahora tengo que hacer una revisión de cómo me he aprendido a levantar cada día.

En sus clases de derechos humanos ¿Nunca ha desahogado la rabia?
No creo que alguien tenga derecho a amargarles la vida. Si trabajas con jóvenes, no puedes destruirles el alma, ni ensuciárselas. No puedes llenar con tus odios ni tus rencores, no debes. Yo viví algo, pero es mi dolor. Es algo que yo tengo que sanar, limpiar, olvidar, proteger y rescatar. Hay tanta división, que no puedo sembrar motivos para que dejen de creer en una sociedad más humana. Hay que comprometerlos con las potencialidades de la sociedad, de la política, de la fe.

¿Nunca ha dejado de creer?
Si yo dejara de creer... No. No sé de donde saco la fuerza, no ha sido una vida fácil. Creo que nací así y en la vida me he encontrado con mucha gente maravillosa, que me hace creer. Y creo tanto que quiero contagiarlo. No soy una vieja amargada a los 61 años. Estoy enamorada de la vida y de las personas. Veo todo lo valiente que fui, la capacidad del umbral del dolor que tengo y reconozco. Es más sano engancharse de las cosas bellas que te pasan.

viernes, 12 de abril de 2013

El hombre de las tuberías



Benjamin Cohen, con apenas 24 años, está a cargo de la empresa Tubing Operations for Humanitarian Logistics (TOHL). Este joven viene de Estados Unidos y ganó fondos del Gobierno chileno para la innovación y el emprendimiento. Su compañía instala y desinstala tuberías móviles para proveer de agua potable a lugares que lo necesiten, especialmente en zonas rurales y en operaciones humanitarias.
Tania E. Díaz G.

Benjamin Cohen junto a su intérprete, María Paz Bascuñan

Ben Cohen, en ese entonces estudiante de ingeniería civil en el Instituto Georgia Tech, estaba viendo en la televisión las consecuencias que había causado el terremoto en Haití en 2010. Las personas de Puerto Príncipe estaban muriendo por la falta de agua potable. Dentro del mismo noticiario apareció Bill Clinton, asegurando que tenían agua, pero no había cómo hacerla llegar a la ciudad. Se necesitaba una manera rápida de entregar agua potable a la población y prevenir un brote de cólera. Al día siguiente en clases de cálculo, su compañero Apoorv Sinha, le propuso que resolvieran el problema.

Al principio, pensaron en grandes tuberías que entregaran paquetes y provisiones humanitarias. Lentamente, la idea evolucionó hasta ser tubos flexibles que trasportaran sólo agua. La idea era reemplazar los camiones Cisterna y economizar tiempo y dinero. Con helicópteros, lograrían instalar un kilómetro de tuberías, hechas de polietileno de alta densidad, en nueve minutos. Pasada la emergencia, las removerían, evitando daños permanentes en el ecosistema.

Benjamin creció en un suburbio de Atlanta, Georgia, junto a sus padres y sus dos hermanas Rebekah y Liz. Desde que era pequeño, fue muy ingenioso y preguntaba hasta dejar exhausto a cualquiera. Necesitaba saber cómo todo funcionaba y le gustaba construir sus propios artefactos. En un desfile de modas, organizado por sus hermanas para entretener a la familia, él estuvo a cargo de la iluminación y las mezclas de sonido. Tenía certeza de que había una mejor manera de hacer las cosas y él podría descubrirla.

Desde que llegó a Chile, en marzo de 2012,  prefiere comer afuera algo barato para no perder tiempo en cocinar y limpiar. No tiene pareja. Trabaja los fines de semana. Atrás quedó la época donde Liz, la menor, dormía en su pieza y dedicaban horas a hablar y reír de sinsentidos. “Nuestra mamá venía, nos retaba y nos decía que nos fuéramos a dormir millones de veces antes de que en realidad la obedeciéramos”, recuerda Liz.

En el colegio estudió mucho. Aun así, lograba dividir su tiempo entre las clases, proyectos extracurriculares, jugar básquetbol y trabajar medio tiempo en un restaurante. Aprendió a priorizar y administrar su tiempo. “Mucha gente no se da cuenta de que, cuando eres joven, tienes que ser muy disciplinado y trabajar duro si quieres tener algo que dure por el resto de tu vida. Yo quiero impactar el mundo. Entonces veo las cosas que hago con mi tiempo como una inversión, pensando en el futuro”, dice Ben entre risas y seriedad.

Travis Horsley es  director de relaciones externas en TOHL. Mientras misionaba en Chile se enteró da la existencia de Start-Up Chile, un fondo de Gobierno para la innovación y el emprendimiento que pretende “importar” cerebros. Como en el país había habido un terremoto en 2010, pensó que sería un mercado perfecto para probar la tecnología que Benjamin y Apoorv habían ideado. Postularon y ganaron 20 millones de pesos para hacer un piloto.

Ben renunció a su puesto como ingeniero en el Departamento de Transportes de Georgia y voló a Chile en marzo del 2012. “Dejé mi trabajo para empezar un negocio en Chile, dejé mi familia, un seguro de salud y todas las garantías. Fue un salto de confianza, porque creía que lo que estaba haciendo era lo suficientemente grande”, afirma Benjamin. Si se hubiese quedado en Atlanta, probablemente TOHL seguiría siendo sólo una idea.

En Chile lo recibió su compañero Travis, quien se devolvería a Estados Unidos a terminar su magíster cuando Ben llevaba sólo dos días en el país. Sin hablar una palabra de español y con la misión de comenzar una compañía, trató de adaptarse rápidamente a su nuevo escenario. Lo primero que hizo fue contratar un intérprete.

Acostumbrado a los rápidos tiempos de su país, creyó que iba a materializar su piloto en tres meses. Pero todo era mucho más complejo que buscar a una comunidad, obtener fondos fiscales y comenzar a instalar. “Si quisiéramos tener recursos del Gobierno para hacer un proyecto APR o agua potable rural, tendríamos que pasar por un proceso de postulación que, hasta hace poco, duraba cuatro años. Aunque ahora dure dos, son tiempos completamente exorbitantes”, dice María Paz Bascuñan, su intérprete.

Vicente Sáez es ingeniero comercial y desde agosto trabaja en el proyecto. Reconoce que, hasta el momento, el dinero no es lo que los mueve como equipo. “Ser emprendedor tiene muchos sacrificios, no hay plata al principio. Tienes que saber hacer de todo un poco, más allá de lo que estudiaste. También hay que estar 24 horas, siete días a la semana para que todo avance”, dice Vicente. Además de tener vocación de servicio, saben que si logran ser disciplinados y metódicos, tendrán grandes beneficios en el largo plazo.

TOHL, como proyecto, tiene dos focos. El primero es causar un impacto social positivo. El segundo, ser económicamente rentable. A esta mezcla se le ha llamado capitalismo social. María Paz explica: “Aunque suene duro, la idea es hacer de la pobreza un negocio para todos. Queremos ganar plata ayudando a los menos favorecidos”.

Benjamin tiene tan clara su meta, que no deja que nada se interponga en su camino. Por eso, lleva más de un año en Chile y aún no consigue comunicarse en español. “¿Deberíamos retrasar todo el proyecto sólo para que yo pueda aprender a hablar español? Eso me parece muy egoísta. Ahora no tengo el tiempo para eso. Tengo un proyecto que dirigir”, dice. Por eso, María Paz sigue siendo un apoyo muy importante para él. Ella ya sabe su vocabulario. Entonces, con cualquier palabra nueva, se preocupa de que él entienda su significado. Ben se escuda en que, además de no tener tiempo, los chilenos no saben hablar y que es el acento lo que no entiende. “Es muy rápido. Más que hablar palabras, parece que hablan ideas completas sin parar”, ríe.

Ben es ansioso, pero busca la perfección y es muy metódico. Es usual que les diga a todos que busquen más 
profundo, que pregunten, que vayan más allá. Go the extra mile! “No le importa si tiene que ir a hablar con Juan Pérez o con el Papa, va a hacer lo que sea con tal de lograr su objetivo”, comenta Francisca Cebrino, coordinadora de proyectos de Star-Up Chile. “Es obsesivo, pero tiene una capacidad de mantenerse positivo que me asombra. Sueña en grande y no se queda sólo con eso, hace de todo para que suceda”, concuerda Liz.

Está tan enfocado, que sus compañeros sienten que se está perdiendo las cosas simples de la vida. Según Liz, su hermano es de esas personas que “disfrutan más persiguiendo el sueño que alcanzándolo”.

Su equipo en Chile ha tratado de que Benjamin no pierda el sentido humanitario, que es conocer a la gente que está detrás de los problemas, el impacto que vas a causar en las vidas y a empatizar con las familias. Desean que él aprenda a ponerse en el lugar del chileno y a tener paciencia. “Fuimos a una comunidad en Cajón del Maipo y él llegó a preguntarle a la gente muchos aspectos técnicos, quería saber si tenían instaladas ciertas cosas o tecnologías en sus casas. Eso es parte de su mente como ingeniero, pero de a poco le estamos enseñando a escuchar. Toda la información, desde lo más personal hasta lo más técnico, es importante y necesaria”, dice Francisca.

En noviembre de 2012, TOHL ganó el concurso de innovación Common Pitch Chile. El premio, de 35 mil dólares, era entregado al mejor emprendimiento. Aunque tiene todo calculado, Ben afirma estar disfrutando el momento. “Cuando estaba sobre el escenario en Common Pitch, tenía gente que estaba escuchándome hablar sobre mi pasión, la adrenalina fluía y me gané el dinero. Ha sido el momento más emocionante de mi vida”, sonríe. Pronto verá materializado su primer impacto en el país, en el Cajón del Maipo. A finales de junio, tendrán ya instaladas las tuberías que mejorarán la calidad de vida de más de cien familias.

lunes, 1 de abril de 2013


Felicidad como objetivo humano fundamental

La industria de hacer feliz a la gente

La ONU reconoció el 2011 la felicidad como meta y convocó a los estados miembros a promover políticas públicas que incluyan medidas que reflejen la importancia de la búsqueda de la felicidad y el bienestar en sus propuestas de crecimiento. Hoy, es cada vez más grande el mercado que busca satisfacer esta necesidad básica.

Tania E. Díaz G.

Cristian se sentía con pena. Pero no era simplemente un mal día. Iba más allá. Como tenía fonasa fue al consultorio de su comuna y se encontró con una lista de espera gigante. Se anotó para una entrevista de diagnóstico, que le dieron para un mes más. Pero estaba decidido a encontrar una solución más rápida a su problema.

La psicóloga Claudia Álvarez explica que situaciones como la de Cristian son comunes. “Lo que pasa es que el sistema se vicia. Hoy día hay terapeutas que escuchan "pena" "infeliz" "desganado" y prefieren diagnosticar depresión de inmediato para no dejar fuera de cobertura. Aunque lo que quieran decir es usted no tiene depresión, sólo tiene pena y es normal”. Esto ocurre porque el plan AUGE contempla la cobertura de depresión en pacientes mayores de 15 años. Y sólo el año pasado se diagnosticaron 113.749 casos según la superintendencia de salud. Está tan colapsado el sistema que los pacientes deben esperar un mes entre sesiones, aunque los planes ideales de trabajo plantean una vez a la semana.

Cristian siguió buscando opciones y se encontró con un grupo que hacen un tipo diferente de sicoterapia. Se llama Terapia Gestáltica y busca cambiar la vida de una persona con retiros espirituales intensivos a la Isla de Chiloé. Están a cargo de la Doctora Adriana Schnake Silva. El programa de trabajo son 4 días con actividades entre las 9 de la mañana y las 7 de la tarde. Incluye alojamiento y comidas. El costo del programa es 350 mil pesos, pero no incluye el pasaje ni consultas individuales.

En abril, se desarrollará por segundo año consecutivo el “encuentro de relaciones saludables y felicidad”. Preguntar a un expositor sobre cuánto cobrará, resopndió lo políticamente correcto: “Solo te puedo decir que yo no estoy llendo a Chile por razones de dinero o remuneración, sino por lo que pueda contribuir a la conferencia y a una misión común que pienso todos los asistentes tenemos”.


Por un amigo medio “esotérico” Cristian conoció a una maestra de Reiki. “Estaba desesperado. Necesitaba sentirme mejor conmigo mismo y rápido”. Ahora, habiéndose el mismo convertido en maestro de Reiki, dice con firmeza: “Hay gente que llega mal. Yo te digo en 4 sesiones de 45 minutos una vez a la semana, te vas a sentir feliz. Vale la plata”. Actualmente cobra 15 mil pesos por sesión, aunque reconoce que los precios varían a por su criterio: “obvio que a la gente de plata les vas a cobrar más. Ellos pueden invertir en su bienestar y ya después cuando ves que se hacen adictos, porque como uno se siente mejor no para, les cobras un poquito menos, como para mantener la clientela”.

Chile ocupa el lugar 43 en el reporte mundial de felicidad realizado por la ONU, que a su vez citaba un cuadro hecho por el Gallup Group International. Dentro de los más infelices de América Latina, Chile es el líder en crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).

La industria que se ha visto más beneficiada por esta insatisfacción por parte del chileno, es la de la publicidad. En 2011, la inversión alcanzó un total de 1364 millones de dólares, y está creciendo a un ritmo similar al PIB.  

Isabel Lobo, publicista de la agencia Lobo Comunicaciones, aseguró: “vender felicidad por si sola, es muy difícil. Las personas no son tontas y si un producto no entrega los beneficios que promete, ninguna publicidad del mundo va a lograr que se venda. Pero siempre hay una idea de bienestar detrás”.

Bienestar es lo que sigue buscando Cristian y la mayoría de los chilenos. Con clases de yoga, biodanza, coaching, meditación. El mercado ofrece productos para todos los gustos y todos los bolsillos.